Primero fue la pandemia: muchas horas, días, semanas, meses juntos. Espacios compartidos detonados. Luego del covid, una nueva forma laboral instalada de carácter híbrido, provocó que el espacio de trabajo diario también fuese cuestionado.
Había quienes retornaban a «disfrutar» ocho horas con sus compañeros, pero otros no tuvieron esa «suerte» y continuaron con la misma dinámica de convivencia asegurando un desgaste del lazo afectivo. Cuestiones no elaboradas no llegan a reparar vínculo alguno tal como se verifican en temas mediáticos ventilados públicamente desde una canción entonada por Shakira pasando por otras estrellas futbolísticas o las juveniles peripecias bizarras mostradas en el televisivo Big Brother vernáculo.
Una situación insatisfactoria dentro de la pareja puede durar mucho más tiempo del que sería de desear. Hay matrimonios que encuentran más fácil «hacer de cuenta que todo va bien» aún cuando el amor se haya transformado en hostilidad reprimida. En «La muerte de un viajante» de Arthur Miller se analiza el momento de crisis en la vida de un matrimonio cuando marido y mujer se ven obligados a enfrentar los conflictos y las frustraciones que prefieren ignorar durante años.
El paso del tiempo en el lecho conyugal puede transformarse en escenario de una batalla sórdida y sin gloria. ¿Hasta qué punto se puede resistir? Las parejas de antaño se limitaban a contemplar cómo va siendo corroída la relación entre dos a partir de tensiones y conflictos alimentados por resentimiento. Cuando deciden pedir ayuda (de modo individual o grupal) se encuentran que el tiempo transcurrido no llega a salvar el vínculo. Psicoanálisis, terapias de relaciones vinculares, psicodrama, terapias sistémicas, permiten a través del diálogo mantenido por los pacientes entre sí y con el analista, procurar comprender conflictos y necesidades de carácter íntimo, ayudándolos a elaborar cuál es el origen de la situación que los indujo a buscar esa ayuda.
No siempre el profesional considera conveniente iniciar el tratamiento de una pareja. Tanto el psicoanálisis como otras técnicas psicoterapéuticas pueden representar un duro golpe al vínculo conyugal. La terapia para parejas no debe ser confundida con una simple forma de dar consejos a sus pacientes sino que suministra elementos de juicio para que puedan decidir con mayor lucidez sobre el destino de su vínculo tampoco ni indican ni insinúan soluciones.
Por otra parte, el objetivo perseguido por la terapia no es salvar el matrimonio a cualquier precio, también se ofrecen condiciones que disuelvan la relación de la forma más saludable para ambos. En los casos de tener hijos, esta ayuda resulta particularmente importante. ¿Existe un momento indicado para que la pareja busque ayuda? Todos los profesionales acuerdan que cuanto antes mejor, puesto que una situación insatisfactoria perdura en tiempo, mayor será el riesgo de que produzca un endurecimiento de las actitudes por parte de ambos.
El deterioro de la relación emocional como consecuencia de peleas puede conducir a una situación que no lograrán ni reconciliarse ni separarse adecuadamente. Si ambos están de acuerdo en buscar ayuda profesional, sin hacerse ilusiones sobre la posibilidad de reestablecer el vínculo, están dando un primer paso al interrumpir las tensiones que se transforman en círculo vicioso de agresión y resentimiento.
La utilidad de los profesionales es de absoluta importancia, pero poco pueden hacer si ambos pacientes no ponen voluntad de su parte. La eficacia terapéutica apunta a recuperar el equilibrio perdido donde además encuentra la disposición del esfuerzo para lograrlo. El resultado puede llegar a ser la unión y la refundación del vínculo en algunos casos y en otros será el camino de continuar caminado cada uno por su lado al menos sin nubarrones permanentes en sus horizontes.
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