Deseo sexual durante el embarazo: ¿aumenta o disminuye?

La sexualidad nos acompaña siempre. Pero las ganas de tener sexo varían en las distintas etapas. Los miedos y los mitos influyen.

Durante el embarazo, no hace falta abandonar las relaciones sexuales. La sexualidad es amplia, relaja y ofrece múltiples caminos. Entonces, ¿por qué hay parejas que tienen miedo de encarar el encuentro sexual o no sienten deseo en ese momento tan especial?

“Hay parejas muy inhibidas durante esta etapa: hombres que no se sienten atraídos por sus mujeres en ese estado o que están muy poco motivados sexualmente, y mujeres que frente a un hombre algo intimidado se tornan más deseosas y con mayor iniciativa, lo cual da lugar a un juego de roles complementarios”, plantea Viviana Tobi (M.N. 26.559) psicóloga, sexóloga y terapeuta corporal.

La especialista reconoce que hay preguntas que ni el médico obstetra logra despejar. Por ejemplo: si debido a fragilidades de la mujer embarazada se recomienda limitar las relaciones sexuales.

  •  ¿Evitar la penetración?
  • ¿Suspender hasta las caricias, por miedo a que provoque excitación y luego contracciones?

De ahí que, en ocasiones, las parejas terminan renunciando, equivocadamente, a todo contacto.

“Si revisamos algo de la fisiología durante la gestación, nos encontramos con una excitación aumentada por la vasodilatación de la pelvis, un incremento de la lubricación vaginal a partir del tercer mes, un mayor desarrollo de la llamada plataforma orgásmica debida a una mayor vascularización de la zona, la aparición de orgasmos múltiples aún cuando antes no se hubieran manifestado, y hasta una carga sexual constante, que mantiene vivo el deseo todavía después de la etapa de resolución del orgasmo”, describe Tobi.

Si todo esto está sucediendo en el cuerpo de la mujer, ¿por qué será que en algunos casos no sienten deseo, o lo ven disminuido, especialmente en el primer y tercer trimestre?

“Existen circunstancias que inhiben el deseo, como los típicos síntomas de los primeros meses: aumento del sueño, fatiga, sensación de náuseas, adaptación al nuevo esquema corporal con las emociones que esto despierta, el no encontrar la posición adecuada para hacer el amor, la necesidad de replegarse sobre sí misma, y los cambios de humor causados por la impregnación hormonal”, explica la psicóloga.

“Por otro lado, a la mujer le cuesta conciliar su nueva imagen de madre con la de una mujer deseante. En su fantasía infantil, las madres no tienen, actividad sexual”, remarca.

Es el momento de ampliar las posibilidades de contacto, de recuperar zonas de placer olvidadas, o tal vez desconocidas, de probar nuevas vías de placer con la boca, con las manos o en otras posiciones. El ya innecesario cuidado anticonceptivo también es un factor que predispone a un encuentro sexual más espontáneo.

“Sería interesante que la mujer pudiera aprovechar este momento para explorar otros modos de vincularse sexualmente, con más caricias, más estimulación, o quizás de forma diferente a aquellas formas que tenía regularmente de conectarse”, propone la experta.

Fuente: TN Con Bienestar

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