Una iglesia gótica para San Lorenzo

Los planos del templo fueron encargados al arquitecto Luis Navarro, la Comisión de Arquitectura Religiosa del Obispado del Paraguay aprobó con nota laudatoria. Con el correr del tiempo los planos del templo gótico sufrieron algunos cambios, incluso en algún momento durante la Guerra del Chaco las obras quedaron paralizadas.

En el año 1968 se procedió a la bendición solemne a cargo del monseñor Mena Porta, en la misa de acción de gracias se oró por todos los contribuyentes vivos y difuntos que durante más de medio siglo se empeñaron en hacer realidad el Templo Gótico de San Lorenzo Mártir.

Cuando la obra de construcción de la nueva iglesia estaba a punto de iniciarse, un cambio de párroco hizo virar la situación. El padre Saturnino Rojas, recién llegado de Europa en misión de estudios fue nombrado párroco de San Lorenzo.


Sus conocimientos arquitectónicos y su afición por los templos góticos le llevaron a pensar en la posibilidad de construir allí una iglesia como las que gustaba admirar en el viejo mundo. Previa consulta y aprobación de la Sociedad Pro Templo, los planos del futuro templo fueron encargadas al arquitecto Luis Navarro.


El 27 de mayo de 1917, la Comisión de Arquitectura Religiosa del Obispado del Paraguay aprobó con notas  laudatorias los planos del arquitecto Navarro. Los miembros de la citada comisión dejaron constancia de que se trataba de una obra de estilo gótico e hicieron una pequeña observación a los planos recién aprobados: “Solo se observó que tiene nueve cruces –señalaron- y que sería bueno que se cambiara por una estatua la del frontis principal y se anularan las otras dos”.


Al día siguiente, la Comisión de Arquitectura Religiosa hizo entrega de los planos a la presidenta Leovigilda de Rolón, previa aprobación del Departamento Nacional de Ingenieros.


Como la iglesia debía construirse en el mismo sitio de la existente, tuvieron que derribarla. Según el capitán Speratti, los trabajos de demolición se realizaron en dos etapas: primero se demolió el campanario, el frontis y una parte de la nave. Con una pared provisoria cerraron la parte restante del templo a fin de utilizarla provisoriamente como templo parroquial.


La obra se inició con gran entusiasmo y estuvo dirigida por el arquitecto Luis Navarro, secundado por el constructor Aloy Frey.


Los materiales apilonados frente a los cimientos del nuevo templo fueron utilizados rápidamente y no había fondos para reponerlos. Además, sobrevino un nuevo cambio de párroco en 1927.


Con la llegada del padre Agustín Rodríguez, luego obispo de Villarrica, los planos del templo gótico sufrieron algunos cambios, al agregársele unos corredores laterales a fin de “disminuir su costo”.


La obra quedó paralizada durante la Guerra del Chaco. No obstante, aprovechando la mano de obra gratuita de los presos bolivianos, el padre Teófilo Torres mandó derribar la parte vieja de la iglesia que todavía estaba en pie. Poco antes de concluir la guerra, el padre Virgilio Roa se hizo cargo de la parroquia.


Pronto se produjeron desavenencias entre el nuevo párroco y la presidenta de la comisión, doña Leovigilda Castelví de Rolón, que motivaron la renuncia de todas las integrantes de dicha comisión.


A raíz de este lamentable hecho, la curia metropolitana impuso un castigo al pueblo privándole de los actos religiosos, incluso de las misas dominicales. Una vez trasladado el padre Roa a otro destino, se levantó la sanción y en 1939 llega como cura de la parroquia el padre José Velman, de nacionalidad holandesa.


Una nueva comisión presidida por el señor Manuel Fernández Pérez retomó la responsabilidad de la obra, que fue adelante gracias a ofrendas populares, aunque muy lentamente debido a los escasos recursos disponibles.


En 1943 toma la parroquia el padre Florian Kroneis, quien, con ayuda de la comisión, continúa la obra. De esa época data la compra de la actual casa parroquial, escriturada el 3 de enero de 1946. Según expresiones del entonces secretario de la curia, padre Pantaleón García, la misma se hallaba ubicada “al lado de la casa que actualmente sirve de templo y casa parroquial”.


Después de muchas dificultades, en julio de 1954 se pudo terminar el revoque interior del templo y colocar dos puertas laterales. Con ese motivo, el cura párroco solicitó al Arzobispo la “bendición parcial del mismo y el permiso correspondiente para su habilitación”. Tal como lo expresáramos anteriormente, durante la construcción del templo, el mismo funcionó provisoriamente en la casa ubicada en la esquina de las calles Doctor Francia y Defensores del Chaco.


Le cupo pues al padre Kroneis la satisfacción de haber podido entregar al pueblo el nuevo templo, aunque faltaban muchos detalles.


Monseñor Aníbal Mena Porta, Arzobispo de Asunción, lo bendijo en 1954. A partir de entonces el entusiasmo volvió a la gente pues faltaba poco para verlo totalmente terminado.


Todavía en tiempos de Kroneis, en 1960, la Comisión Pro Templo se hallaba integrada por los señores Pedro Sardi, Próspero González Meyer, Pedro Sardi (h), Edmundo Reyes, Fortunato Rahal y Rubén Fernández.


Según el capitán Speratti, la culminación total de los trabajos le correspondió al padre Carlos Radice, párroco de 1961 a 1969. “En todo ese lapso –dice Speratti refiriéndose a Radice- desplegó una positiva actividad promoviendo una vasta colaboración popular mediante nuevas iniciativas y nuevos estímulos a la colaboración. Sus desvelos rindieron sus frutos. Los recursos colectados con el concurso de las comisiones creadas y el aporte de entidades sociales preexistentes, de fomento y mejoramiento comunitario, le permitieron afrontar los onerosos trabajos de la terminación de la obra”.


El día de San Lorenzo en 1968 se procedió a la bendición solemne a cargo de Monseñor Mena Porta. Antes de la misa concelebrada por los anteriores párrocos y presidida por Monseñor Agustín Rodríguez, los residentes y amigos de San Lorenzo en Asunción llegaron procesionalmente desde Luque trayendo los restos mortales del mentor del templo gótico, el padre Saturnino Rojas, a fin de sepultarlo en el interior del mismo.

Fuente: Silvio Avalos Sánchez

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