Lo único que faltaba

Víctor Ayala fue gran responsable de esta caída. (Foto: APF).

El Rayadito superó todos sus límites, y no justamente los positivos, el equipo que hasta ayer dirigía Rubén Maldonado fue categóricamente superado por Independiente, en un encuentro que se resolvió en la segunda parte. San Lorenzo opuso muy poca resistencia, y perdió por primera vez de local, el único fuerte que mantenía a este equipo con alguna esperanza. El ambiente era perfecto, el público como nunca antes en lo que va del año acompañó, aprovechanfo el feriado, pero los jugadores no parecieron motivarse y cayeron 2-1, lo que significó el fin del ciclo de Maldonado al frente.

San Lorenzo busca su rumbo y ahora también está en búsqueda de un entrenador, ya que Maldonado fue despedido tras dos derrotas consecutivas, la cuarta en once compromisos, dejando uno de los balances más bajos desde que el cuadro universitario busca, con más fantasía que realidad, retornar a la categoría privilegiada.

El Santo dejó pasar la oportunidad de acercarse a dos unidades del escolta y entrar nuevamente en la pelea, tras algunos resultados que se combinaron favorablemente antes de esta nueva catastrófica caída.

Además de ser la segunda caída consecutiva y la primera como local, la actitud y el funcionamiento del equipo no se hizo notoria, a pesar de una muy buena racha en sus cinco presentaciones iniciales en el Gunther Vogel, donde incluso se impuso a tres rivales que, en ese entonces, eran de los más directos: Tembetary, Carapeguá y Encarnación.

Pero bien se sabía que solo ganando de local el sueño de ascender muy difícilmente se terminaría logrando, y hoy la realidad marca que está complicado convencerse de que tal objetivo pueda darse. Falta un montón, pero este equipo, sin rumbo, no da garantías de reponerse y volver a depender de sí mismo.

Maldonado dejó de ser el entrenador, según lo comunicó el club en sus cuentas sociales, y quien sea nombrado como sucesor deberá que encontrar la manera de hacer lo que se pueda con este plantel que, al menos ahora, no conviene cambiar. Cuatro fechas tiene para ganar, si es posible, todos, y así recuperar nuevamente la confianza.

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