Dos sacerdotes ofrecen una reflexión respecto a la lección del mártir San Lorenzo sobre el humor en la vida cristiana. Hoy la Iglesia celebra a este diácono.
San Lorenzo vivió en Roma entre los años 225 y 258. El emperador lo mandó quemar vivo en una parrilla gigante por no presentarle los tesoros de la Iglesia que esperaba.
En vez de bienes, el diácono le llevó lo que él consideraba los veraderos tesoros: leprosos, mendigos, huérfanos, personas con discapacidad y pobres, a quienes ayudaba siempre.
Según la tradición, luego de ser condenado y después de un rato de estar quemándose en la parrilla, San Lorenzo dijo: «Ya estoy asado por un lado. Ahora que me vuelvan hacia el otro lado para quedar asado por completo». Y así lo hicieron.
El P. Pablo Pich-Aguilera, sacerdote español que sirve en Barcelona, resaltó que «solamente un cristiano puede tener un humor de muerte».
San Lorenzo «iba haciendo bromas, pues siempre había corrido por su sangre ese humus humoroso, el vino del Evangelio que alegra los corazones incluso en los momentos más terribles», dijo el presbítero a ACI Prensa.
El P. Pich-Aguilera recordó que cuando al santo le pareció que ya estaba al punto de su agrado, invitó a los comensales al banquete diciéndoles: «La carne está lista, pueden comer’».
Evidentemente, «aquello desprendía un olor que tenía para los paganos un hedor a chamusquina, y para los cristianos un aroma agradabilísimo. Era el buen olor de Cristo que emana de los santos», resaltó.
«Además, el rostro del mártir, no precisamente por los calores, resplandecía como transfigurado. Tampoco veían esto sus verdugos», aseguró el sacerdote.
El P. Pablo indicó asimismo que «la fuerza de Cristo nos capacita para mirar siempre al Cielo, para contemplar las realidades eternas, para fundar nuestra esperanza en lo que Cristo mismo nos ha prometido, promesa de la cual Él mismo es fundamento y garantía».
Por eso, dijo, «ante la persecución, ante un eventual martirio, podemos reír, porque hemos bebido del cáliz de la redención, que nos da vigor y la verdadera alegría, una alegría sobrenatural, capaz de hacernos reír incluso ante la muerte. ¡Que nunca nos falte el humor!».
El P. Juan Manuel Góngora, sacerdote de Almería, dijo a ACI Prensa que «en la vida cristiana es fundamental vivir el sano humor que manifiesta la profunda alegría de sabernos, queridos y amados por Dios».
«Incluso en los momentos más difíciles, como nos demostró San Lorenzo, según narra la tradición», agregó.
Por ello, resaltó el P. Góngora, es «importante que como cristianos no perdamos el sentido del humor, aún en la circunstancias más complicadas, tal y como nos lo han demostrado los santos».
«Cristo ya ha vencido y la tristeza, fruto del mal, no tiene la última palabra», concluyó.
San Lorenzo es el santo patrono de los cocineros.
ACI Prensa
Comentarios de Facebook