Los perros, al igual que los humanos, pueden experimentar miedos y ansiedades que afectan su bienestar y comportamiento. Ya sea el estruendo de un trueno, el sonido inesperado de fuegos artificiales o simplemente una nueva situación, nuestros amigos peludos pueden sentirse abrumados y, como cuidadores, es fundamental aprender cómo ayudarles a sobrellevar estos momentos de angustia.
Cuando un perro siente miedo, su cuerpo atraviesa una serie de respuestas físicas que están estrechamente relacionadas con la reacción de «lucha o huida», que es una respuesta instintiva del cuerpo ante una amenaza percibida. Esta reacción se caracteriza por la preparación física del organismo para enfrentarse al peligro (luchar) o escapar de él (huir), que libera adrenalina y aumenta el estado de alerta, de acuerdo al sitio Canine Behavior Counseling. Esto provoca un aumento en la frecuencia cardíaca, la respiración acelerada y la tensión muscular.
Si un perro convive con esta emoción de manera recurrente, esto puede tener consecuencias graves en su salud física y mental. El miedo crónico puede llevar a problemas de ansiedad severa, depresión, problemas de comportamiento y hasta problemas físicos, como enfermedades digestivas y debilitamiento del sistema inmunológico. Además, el perro puede desarrollar conductas destructivas o agresivas, lo cual afecta tanto su calidad de vida como la de sus cuidadores.
Los miedos más comunes en los perros
En este contexto, los miedos más frecuentes en los perros, de acuerdo al American Kennel Club, suelen estar relacionados con ruidos fuertes, como fuegos artificiales, tormentas y aspiradoras. También están los temores relacionados con el entorno urbano, como el tráfico y las multitudes, que pueden ser especialmente abrumadores para perros que no están acostumbrados a estos ambientes. La pandemia también generó un aumento en la ansiedad por separación, ya que muchos perros se acostumbraron a la presencia constante de sus humanos y ahora sufren cuando deben quedarse solos.
Identificar el miedo en estos casos puede ser sencillo si se conocen los signos. Un perro que atraviesa esta emoción puede mostrar señales como temblores, jadeos excesivos, escondite, colas entre las patas, orejas hacia atrás, y hasta intentos de huir. Otros signos incluyen ladridos inusuales, postura encorvada y, en algunos casos, agresividad por miedo. Prestar atención al lenguaje corporal del perro es clave para poder detectar y actuar de manera adecuada.
Cuando el can siente miedo, lo primero que se debe hacer es ofrecerle un ambiente seguro. Esto puede ser un lugar tranquilo y alejado de los ruidos que lo asustan. Las técnicas de refuerzo positivo también son útiles, es decir, premiar al perro cuando muestra calma ayuda a reforzar comportamientos deseables. La «terapia de desensibilización» puede ser otra opción: consiste en exponer al perro, de manera gradual y controlada, al estímulo que le causa miedo para que se acostumbre sin sentirse abrumado. También se pueden utilizar juguetes interactivos o actividades que distraigan al perro durante un episodio de miedo.
Otros tipos de miedos que afectan la personalidad del perro
No todos los miedos en los perros están relacionados con ruidos o situaciones repentinas. Algunos temores surgen por experiencias traumáticas, como la violencia durante la etapa de cachorro. Estos miedos tienden a afectar la personalidad del perro a largo plazo, y lo vuelven más temeroso o incluso agresivo frente a otros animales y personas. La falta de socialización temprana puede llevar a que el perro tenga miedo a situaciones cotidianas, como encontrarse con otros perros o personas desconocidas.
Para tratar miedos profundos y persistentes, es importante tener paciencia y contar con la ayuda de un profesional, como un adiestrador especializado en comportamiento canino, según indica el medio PetMD. La terapia de modificación de conducta suele ser efectiva, ya que utiliza refuerzo positivo y trabaja gradualmente en las situaciones que generan miedo. Crear rutinas predecibles y seguras también ayuda al perro a ganar confianza. En algunos casos, el veterinario podría recomendar el uso de suplementos calmantes o incluso medicación, siempre bajo supervisión profesional.
La Nación (Argentina)
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