Muchos de los combatientes extranjeros que han llegado a Ucrania dicen sentirse atraídos por la causa, varios tienen experiencia y algunos son veteranos de Irak y Afganistán, otros, nunca han empuñado armas.
El exsoldado de infantería canadiense Hunter Francis no tiene ninguna relación con Ucrania. Pero cuando vio que las tropas rusas estaban bombardeando zonas residenciales allí, voló para unirse a la batalla.
«No fue realmente una decisión. Solo algo que había que hacer. Es lo que hay que hacer», dijo este joven de 24 años, procedente de la reserva de la Primera Nación de Eel Ground, en Nuevo Brunswick, en Canadá. «Estas cosas no deberían ocurrir. No debería haber una invasión a gran escala de otro país en el siglo XXI», dijo a la AFP.
Los planes de viaje del estudiante de criminología sorprendieron a sus amigos y familiares, especialmente a su madre. «Todo el mundo me ha dicho que estoy loco. Hay que estar loco para entrar voluntariamente en una zona de guerra», dijo, tranquilo y con la cabeza fría, vistiendo un traje de combate.
«A nadie le gusta hacer estas cosas… Solo hago lo que hay que hacer. Alguien tiene que hacerlo. Esa ha sido mi mentalidad toda la vida», añadió.
Como Francis, hay muchos más que han atendido a la convocatoria ucraniana. El ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania aseguró que más de 20.000 personas de 52 países se han ofrecido como voluntarios para luchar en la nueva legión internacional de Ucrania.
DW/AFP
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