Los franceses están llamados este jueves a la primera gran jornada de huelga y manifestaciones desde la adopción de la impopular reforma de las pensiones del presidente liberal Emmanuel Macron, cuya entrevista de la víspera aumentó la tensión con los sindicatos.
Macron dijo el miércoles asumir la «impopularidad» de una reforma que quiere ver aplicada «para finales de año» y cargó contra los sindicatos y la oposición, así como contra los «sediciosos» que organizaron duras protestas espontáneas desde hace una semana.
«Esta declaración alimentará la ira», advirtió en la radio RTL el secretario general de la CGT, Philippe Martinez, quien calificó de «escandalosa» la comparación que hizo Macron de las manifestaciones con los disturbios del Capitolio en Estados Unidos en 2021 o en Brasil en enero.
El líder del sindicato, CFDT, Laurent Berger, recordó por su parte que «un 94% de los trabajadores activos rechazan esta reforma, que no cuenta con una mayoría en la Asamblea Nacional (…) y que la calle rechaza masivamente desde hace más de dos meses y medio».
Los sindicatos son la punta de lanza desde enero de la contestación contra el retraso de la edad de jubilación de 62 a 64 años para 2030 y el adelanto a 2027 de la exigencia de cotizar 43 años, y no 42 como ahora, para cobrar una pensión completa.
El 7 de marzo lograron movilizar entre 1,28 millones y 3,5 millones de personas, en las protestas más grandes contra una reforma social en tres décadas, pero la manifestación de este jueves es la primera desde que Macron impuso su plan por decreto.
El miércoles recibieron un espaldarazo de unos 300 profesionales de la cultura, entre ellos las actrices Juliette Binoche y Camille Cottin, que en una tribuna publicada en el diario Libération pidieron la retirada de una reforma «injusta».
«Doblegar al gobierno»
La jornada de este jueves se anuncia crucial para la capacidad de los sindicatos de mantener viva una movilización, máxime cuando la reforma espera el visto bueno final del Consejo Constitucional y las protestas tienden a radicalizarse y atomizarse.
«Es importante reforzar la movilización y las huelgas si queremos doblegar al gobierno», dijo Yann Lucas, un profesor de la universidad de Estrasburgo de 44 años, recordando que en 2006 se logró la retirada de un polémico contrato juvenil pese a estar adoptado.
Los sindicatos anunciaron alrededor de un 50% de huelguistas en las escuelas, que también podrían ser numerosos en el sector energético y en el transporte. En el metro de París, la central FO-RATP llamó a una «jornada negra».
Varias acciones de bloqueo de depósitos petroleros, puertos, carreteras y universidades, entre otros, se llevaron a cabo el miércoles en Francia, donde la escasez de combustible se empieza a sentir en un 14% de gasolineras.
La policía prevé «entre 600.000 y 800.000 personas en unas 320 acciones» y espera manifestantes radicales en París y en «más de una decena de ciudades (…), animados por el clima de violencia de estos últimos días».
Desde el 16 de marzo, cuando el gobierno adoptó la reforma por decreto al temer perder la votación en la Asamblea, cientos de personas, en su mayoría jóvenes, salen cada noche a protestar, quemando contenedores y bloqueando calles seguidos por la policía.
Casi mil personas fueron detenidas, unos arrestos que Amnistía Internacional calificó de «detenciones arbitrarias». La oposición de izquierda, abogados, magistrados y la defensora del pueblo expresaron su preocupación por la actuación policial.
RFI/AFP
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